Se calcula que el caballo fue domesticado y montado hace cinco o seis milenios, al lado norte del Mar Negro. Los datos señalan que pronto el hombre encontró los grandes beneficios resultantes de su uso como transporte, y su gran valor en situaciones de guerra y cacería (Budiansky, 1997: 50-51). Estos caballos tempranos fueron de estatura baja y, según los dibujos y artefactos encontrados, su apariencia era igual a la del caballo salvaje actual de Mongolia.
Sobre los primeros intentos de montar a caballo en la estepa, una propuesta factible es que lo hayan hecho jóvenes pastores, para mover su ganado lechero, que incluía yeguas de baja estatura, de espalda ancha y de carácter dócil; las yeguas, igual que las vacas, eran ordeñadas. Es posible imaginar que fue fácil subir a una de ellas, sin la necesidad de un freno o una silla, porque la yegua, por sí sola, debía seguir a la manada. Así los pastores evitaban una larga caminata a pie sobre terrenos difíciles (Chenevix-Trench, 1970: 11-12). Todo indica que estas personas de la estepa fueron los primeros en domesticar, montar y usar el caballo para tirar carretas y carros. Pero para 2000 a. C., el uso del carro tirado por caballos en las guerras, se extendió a lugares como China, India, Mesopotamia, Persia, Egipto, Grecia y el norte y oeste de Europa (Budiansky, 1997: 64).
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