EL JINETE Y EL CABALLO

La relación estrecha entre jinete y caballo es algo que se logra con el tiempo y un entrenamiento disciplinado. Lo ideal es que las reacciones o responsos de jinete y caballo lleguen a ser casi automáticas. No hay tiempo para quedarse varios segundos pensando sobre un movimiento, tarea o problema. La velocidad no lo permite, como en el caso de las carreras, el salto o el polo. La respuesta del caballo hacia lo que pide el jinete debe ser también inmediata; si no, hay una pérdida de tiempo para lograr la acción deseada y eso causa la mala presentación de un movimiento, como en la disciplina de adiestramiento. El caballo debe estar atento y a la vez relajado para muchas de las tareas exceptuando quizá las carreras y el polo. En el momento que caballo o jinete se ponen tensos –a causa de resistencia, rebeldía, desconfianza o miedo–, comienzan los problemas de comportamiento y eso frecuentemente se refleja en ambos. Es importante tener en consideración el estado psíquico del jinete y del caballo, sobre todo puede interferir con el desempeño del binomio en condiciones de competencia. Los “nervios” son traicioneros, como dicen en el mundo competitivo, pueden llegar a causar fallas serias dentro de una prueba específica de una disciplina. Por lo general, en el caso del jinete se trata de que esté demasiado preocupado por hacer bien la tarea, tenga desconfianza en su capacidad de lograr el ejercicio, o tenga franco miedo de participar en un evento público o de sufrir un accidente físico. El caballo, según su raza y temperamento, puede tener los mismos problemas psicológicos, pero normalmente son reconocidos por el jinete o entrenador desde antes y se tratan de solucionar. En ciertos casos, cuando no hay remedio, se retira al caballo del deporte en cuestión. Igual que los humanos, hay caballos que no son aptos para un trabajo específico, pero sí funcionan en otros con diferentes exigencias. La problemática yace en que son dos individuos de distintas especies que tienen que participar juntos; el humano con capacidades cognitivas y razonamiento abstracto muy avanzado, y el caballo con una forma de cognición y razonamiento propio y adecuado al mundo equino, muy distinto del humano. Entre los caballos existen los superdotados, son los que sobresalen en capacidades, carácter para vencer bajo condiciones extremas o, por ejemplo, los que se sobrepasan en sus esfuerzos para ganar una carrera. Mucho depende de la genética de la raza y cómo los criadores lo han manipulado en sus programas de reproducción. Las razas Purasangre y Árabe son las más conocidas por producir ejemplares con estas cualidades. Aunque en otras formas de deportes equinos, que no sean carreras, existen otros tipos de caballos que también resultan sobresalientes, siempre existe aquel ejemplar fuera de lo común, muy especial en su desempeño. Pero los grandes éxitos en el mundo equino son por el binomio, el conjunto caballo y jinete. Por bueno que sea un caballo, si no tiene un jinete al nivel apropiado de habilidad para la disciplina en que participe, no va a lograr su máxima capacidad deportiva. Lo contrario también pasa: si el jinete es excelente, puede mejorar un caballo regular, pero no hacerlo llegar al máximo nivel dentro su disciplina ecuestre.

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